miércoles, 31 de agosto de 2011

historia de miedo por Iraia

Era una tarde de invierno. A pesar de ser las 18:30, la noche estaba cerrada. No había luna en el cielo, y las luces de la ciudad ocultaban cualquier destello que las estrellas pudieran enviarnos. El cielo tenía un tono anaranjado, típico de las grandes aglomeraciones urbanas. Típico de mi ciudad.

A 2000 Km, mi familia, preparándolo todo para pasar la navidad. Mi madre, mi padre, mis hermanas, primos, tíos... todos, y yo...aquí, sola. Aunque mi jefe me juró el año pasado que esta navidad la pasaría con lo míos, algo me decía que iba a recibir una llamada de ultima hora que evitara que me subiera a ese avión que debería llevarme junto a los míos. Y como si de una premonición se tratase, ring, ring!!!, “A mi despacho, por favor”... Una vez mas, a trabajar la mañana de nochebuena.

Después de discutir con él, de asumir que esta navidad también la iba a pasar sola, y de llamar a mi madre para disgustarla de nuevo, me fuí de mi oficina hecha una furia rumbo al coche.

La verdad es que, pensándolo bien, hay varios sitios mas adecuados para que una mujer sola aparque su coche sin tentar a la suerte, pero yo siempre he sido un poco especial, rarita. Me encanta la zona del rio, tan solitaria, tan tranquila. Desde allí incluso se puede apreciar la luz de las estrellas más brillantes. Las estrellas... quien fuera una de ellas...

Siempre he destacado por ser torpe, cualquier cosa que cae en mis manos termina irremediablemente en el suelo, hecho añicos. Y como no podía ser de otra manera, el móvil aterrizó debajo de un coche, con la batería por un lado, la tapa por otro y el resto... a saber... Al levantarme del suelo, un movimiento extraño en el callejón llamó mi atención. A simple vista la escena parecía normal, un tipo con una rubia dándose el lote, pero...algo tenía la rubia que no era...que no era de personas...vivas... parecía un peso muerto. Y como la suerte no suele acompañarme, él levantó la vista y me vio. Por unos segundos dejé incluso de respirar. Se acercó a mi con un movimiento irreal, como si fuera un fantasma de una película de terror japonesa. En un segundo estaba situado delante de mí, mirándome con curiosidad. Su cara, tan blanca... la toqué suavemente, estaba frió y era duro como una piedra. Blanco como la luna. Hermoso. Su pelo, muy suave, cálido, en contraposición con el resto de su ser. Y de repente, me dejó desconcertada... me olió... mi pelo, mis manos, mi cuello... giró sobre sus talones y desapareció con el cuerpo de la pobre rubia, que yacía en el suelo desde hacía un rato. Y yo allí, preguntándome si acababa de alucinar o si lo que había visto era real.

A lo tonto, se me había hecho muy tarde, y caminar sola por esas calles... En un segundo alguien me agarró del pelo y me lanzó contra el suelo. Me quitaron el bolso y empezaron a pegarme. Uno de ellos se tumbó encima y justo cuando uno de ellos se preparaba para hacerme lo peor, el pánico se reflejó en su rostro. Me levanté rápidamente y les miré, deseando que les pasará lo peor. Algo había detrás de mí que los tenía verdaderamente aterrorizados. Algunos ya habían emprendido la huida, otros, estaban simplemente paralizados.
Me volví lentamente, y allí estaba él. Justo detrás de mi. Su silueta negra se recortaba en la calle. Su mirada impasible estaba fija en mi, fría, terrorífica. Su comisura empezó a curvarse, y apareció la sonrisa más diabólica que jamás había visto. Lo dos sabíamos qué era lo que iba a pasar. Lo más terrible es que yo le devolví una sonrisa igual de diabólica que la suya.

Hubo una autentica carnicería. Los pocos delincuentes que no habían huido yacían en el suelo desangrados. Y yo, sin inmutarme, recogí mi bolso y reanudé el camino hacia mi coche. Me iban a robar, violar y posiblemente matar. Yo misma lo hubiera hecho de haber tenido fuerza suficiente. Justo en ese instante me dí cuenta de que mi alma era como la suya, mi sitio estaba con él, en su mundo. De repente, sólo podía pensar en ser su compañera. Estar siempre con el. Lo sé, era una locura, ni si quiera sabía su nombre!!!. Estaba dispuesta a dejarlo todo, familia, amigos... alimentarme de los que habían significado algo para mi... pero... esa sensación, ese deseo que me empujaba era más fuerte que yo, era necesidad, sólo deseaba quedarme con él. Y él lo sabía, el sentía lo mismo.

Se me acercó, me abrazó suavemente. Tomó mi cara entre sus manos y me miró a los ojos. Sin mediar palabra, se inclinó sobre mí, me besó, y a continuación, un dolor intenso en el cuello y luego...nada. El final de mi vida como humana, el principio de otra etapa.
Hoy es 23 de diciembre y nunca más pasaré sola la navidad.
Iraia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario